9 Me dijo: “Acércate a mí y mátame, porque me ha acometido un
vértigo aunque tengo aún toda la vida en mí.”
10 Me acerqué a él y le maté, pues sabía que no podría vivir después
de su caída; luego tomé la diadema que tenía en su cabeza y el brazalete que
tenía en el brazo y se los he traído aquí a mi señor.»
11 Tomando David sus vestidos los desgarró, y lo mismo hicieron los
hombres que estaban con él.
12 Se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por
su hijo Jonatán, por el pueblo de Yahveh, y por la casa de Israel,
pues
habían caído a espada.
13 David preguntó al joven que le había llevado la noticia: «¿De
dónde eres?» Respondió: «Soy hijo de un forastero amalecita.»